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Un mes de los ataques en el centro comercial de Nairobi

TSF en los medios l

El mediodía del pasado 21 de septiembre, un grupo de entre 10 y 15 hombres armados con granadas irrumpieron en el centro comercial de Westgate en Nairobi. A tiro limpio, se cobraron la vida de 72 personas, además de causar decenas  de heridos y desaparecidos. En total, se calcula que alrededor de mil personas se encontraban en ese momento en la galería, una de los más frecuentadas por la clase alta keniana y los occidentales. Esta trágica ofensiva se entiende a modo de represalia en respuesta a la actuación de las tropas kenianas en el sur de Somalia.

Hoy se cumple un mes de este ataque sin precedentes, considerado una de las campañas más efectivas de Al Shabaab para llamar la atención en todo el mundo. El atentado, en uno de los centros comerciales más concurridos y exclusivos de la zona, no es arbitrario. En realidad, recuerda a las acciones de finales de los 60 por parte del Frente Popular –liderado por George Habash– para la Liberación de Palestina.

Pocos saben que la tragedia pudo haber sido de consecuencias multiplicadas por diez si la bomba que había preparada fuera del centro hubiera estallado. Por razones que se desconocen el artefacto falló y ahorró a los kenianos la muerte de 900 personas más. De todas formas, fueron cuatro largos días hasta que -después de mucha tensión y sufrimiento- el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, anunciara el final de la operación de rescate. “Hemos humillado y derrotado a nuestros atacantes”, decía. Sin embargo, el tiempo indica todo lo contrario, dejando todavía hoy una serie de incógnitas sin respuesta .

En primer lugar, existe un quórum en la prensa local keniana sobre la existencia de unos informes del Servicio Nacional de Inteligencia que ya advertían de un ataque con rehenes de estas características. A pesar de eso, ni siquiera se diseño un plan de acción ordenado y coordinado. De hecho, el periódico The Standard recogía uno de esos documentos bastante premonitorio: Los siguientes sospechosos de Al Shabaab están en Nairobi y están planeando lanzar ataques suicidas en fecha no revelada, apuntando al Westgate y a la basílica de la Sagrada Familia. Se cree que están en posesión de dos chalecos explosivos, doce granadas de mano y dos AK-47 rifles”. A pesar de la demostrada falta de coordinación en el plan de rescate y las escuetas medidas de seguridad, algunos testimonios justifican la caótica organización de las fuerzas especiales antiterroristas alegando que era “la primera vez” que se enfrentaban al grupo terrorista Al Shabaab.

En segundo lugar, es realmente preocupante la fuga de militantes terroristas. Solo cinco de ellos, y siempre según el gobierno, fueron abatidos. Los otros se fugaron, supuestamente, por unos estrechísimos túneles subterráneos. Sin embargo, lo más seguro es que se hicieran pasar por un ciudadano más en medio de la multitud que iba siendo rescatada del centro.

Para más inri… ¿qué se sabe sobre sus identidades? Desconocidas. Aunque se hiciera mucho énfasis en las procedencias internacionales de los atacantes, aún quedan muchas lagunas por resolver. De hecho, sólo dos personas han sido identificadas mientras que del resto no se ha desvelado nada. Una de ellas, la británica Samantha Lewthwaite, pendiente de una orden de captura a pesar de que el grupo terrorista ha desmentido su colaboración en el ataque. La segunda, la captura de un noruego de origen somalí, quien sí sería uno de los autores del ataque.

En tercer y último lugar, y como aspecto más visible e impactante, fueron las imágenes que llegaban el último día, aquellas en las que una columna de humo negro cubría el cielo de la capital. Se derrumbaron los tres pisos del centro comercial, dejando a decenas de personas bajo los escombros. Se sigue sin saber el motivo por el cual el edificio cedió y las investigaciones en este campo tampoco parecen dar frutos. Si se hizo de manera planificada o fue un accidente no se sabe ni parece que se vaya a saber.

Con todo esto cargado a las espaldas, el gobierno de Kenia ha declarado más que nunca y abiertamente la guerra a Al Shabaab, pero seguramente lo primero que deberían hacer es declarar la guerra a la desinformación.

Equipo The South Face