1.- ¿Dónde vives?
Madrid
2.- ¿Desde cuando viajas/vives a/en África?
Mi primer viaje al continente fue con mis padres y hermano a Marruecos. Tenía 15 años. Pero desde el año 2012 ha sido casi una obsesión.
3.- ¿Por qué África?
¡Ja! Todavía no sé cuál fue el punto de inflexión. Todo ha fluido y me ha conducido sin demasiados sobresaltos hacia el continente. La pregunta es parte de la historia porque ¡sigo buscando alguna respuesta! Nadie de mi entorno familiar me habló de África, aunque sí que creo que una parte de la culpa la tienen los salesianos, donde estudié. Algunos profesores pasaban el verano en Togo y la curiosidad me estalló de frente… Quería saber más y he acabado trabajando justamente de eso: haciendo preguntas para tratar de comprender mejor las realidades africanas.
4.- ¿Ha cambiado tu visión de este continente de la primera vez que llegaste a ahora?
Desde luego. Muchísimo. El aprendizaje es una constante, pero también la deconstrucción de las enseñanzas que llevamos en la mochila. Hay piezas del puzle que después de mucho leer, analizar, preguntar y observar comienzan a encajar. Otras, que son las muchas, continúan vivas, errantes y movibles por lo que más que tratar de entender, aprendes a simplemente describirlas. La primera vez te llama la atención absolutamente todo y la lente con la que enfocas la realidad es un gran angular. Pero conforme pasa el tiempo, los pequeños detalles son los que te gritan y los que, realmente, te ayudan a darte cuenta de cuánto ha podido cambiar esa primera radiografía que hiciste de la que podrías hacer ahora.
5.- Una buena vivencia.
Menudo papelón. Es una pregunta trampa porque tener que elegir sola una es un problema por descartar cientos de buenas, pero a ver si acierto. Mozambique. Una playa paradisíaca de arena blanca –literal–, agua dulce y apenas veinte personas en un radio de 10 kilómetros en el lago Nyassa o Malaui. Al lugar lo llaman Nkwichi por el ruido que hace la arena cuando la pisas. Estaba haciendo un reportaje sobre alojamientos turísticos que respetan el medioambiente y que tuvieran preferencia por las energías limpias. Justo allí estuve haciendo magia –mi hobby– a unos trabajadores que hacían labores de mantenimiento. Fue, y nunca mejor dicho, algo mágico: por el entorno, por la conexión, porque a veces, una baraja de cartas y cuatro bolas de esponja funcionan mejor que cualquier diccionario. Después, comimos pescado a la brasa para celebrar que la reina de picas había aparecido en el bolsillo de uno de ellos.
6.- ¿Y una no tan buena?
Diría que mi estancia en Bor, una ciudad de Sudán del Sur situada al borde del río Nilo. La situación era y es insostenible. En ese lugar se inició en 2013 la primera de las guerras que se han sucedido en el país desde que se independizó en verano de 2011. En el hospital había un brote de cólera, no había agua potable, las medicinas habían sido robadas hacía unas semanas y la gente se estaba, literalmente, muriendo en las camas que se habían acomodado a las afueras del edificio. Una situación humanitaria y de emergencia de esta longitud te descompasa la respiración y hace que te quieras fundir a negro perpetuo. Pero siempre, a pesar del dolor, hay luz. Y decenas de voluntarios locales e internacionales trabajaban sin descanso para frenar la rabia de una guerra sucia. Esos héroes que de forma anónima te sonríen y te dicen que Sudán del Sur será un país próspero. Mañana.
7.- Un plato africano.
El mafe senegalés, las brochetas ruandesas y el pilau keniano. Y para bajar la comida… ¡la cerveza Primus!
8.- Un libro sobre África.
Un grano de trigo, del keniano Ngugi wa Thiong’o.
9.- Ciudad favorita.
Nairobi porque una parte de mí sigue paseando cerca del Uhuru Park. Añadiría también Maputo (aunque es extremadamente cara) por estar cerca del índico y por su romántica y decadente arquitectura colonial; Lamu, con sus aires musulmanes y suajilis en la frontera entre Kenia y Somalia; y Nkhata Bay, a la orilla del lago Malaui.
10.- Una canción africana.
“Indépendance Cha-Cha”, la versión de Baloji.
11.- Una película sobre/de/desde África.
Touki-Bouki (1973), de Djibril Diop Mambéty. Fue la primera película que vi realizada por un cineasta africano, en el Festival de Cine Africano de Tarifa. Me impresionó tanto… Era increíble cómo pudo hacer posible algunos planos en travelling por las calles de Dakar. Su sensualidad al describir el cuerpo desnudo de la coprotagonista, la música, el guion. En fin, un clásico.
1.- África sale en los medios españoles de una manera muy residual y negativa, ¿a qué se debe?
Por un lado, al desconocimiento. Las narrativas que se tienen sobre el continente vienen motivadas por un abanico de conformadores de opinión como son los medios, por supuesto, pero también, por la publicidad y por la escuela. La imagen del África de la pobreza, lo rural, la guerra y la sequía, por desgracia, ha bloqueado miradas más amplias y contextualizadoras. El enfoque con el que se ha observado al continente me parece que ha sido erróneo en cuanto que potenciador de unos estereotipos que cuesta eliminar, aunque es una fórmula que se traduce en dinero. Es decir, la publicidad se retroalimenta de ciertas estampas y colores negativos. Y por ende, la escuela, que continua sin explicarnos en los libros de textos de primaria y secundaria que España tenía una colonia que se llamaba Guinea Ecuatorial, que allí hay negros cuya lengua oficial es el español, o que en el Sáhara Occidental tenemos una responsabilidad como nación más allá de la ayuda y la cooperación. Un desconocimiento intencionado. Aunque para ser justos, nuestra tradición colonial no ha sido tanto con África (como sería el caso de Inglaterra o Francia) como con América Latina donde sí que las empresas españolas tienen intereses reconocidos y defendidos, las mismas multinacionales, bancos y constructoras que después financian a los propios medios de comunicación. Por otro lado, y creo que alimentado por este desconocimiento, hay, en general, una falta de interés.
2.- ¿Crees que la manera de contar África en los medios españoles es la adecuada? En caso de que no, ¿Cómo debería ser? En caso de que sí, ¿Por qué?
Pues lamentablemente, la forma en la que se explica África en los medios españoles no es la más adecuada. No obstante, son cada vez más los compañeros y compañeras que llegan al continente después de haber cursado másteres, posgrados, cursos o seminarios específicos sobre las realidades africanas, algo que está modificando, sin duda, las reglas del juego a la hora de informar. Hay buenas plumas. Hay buenos análisis que huyen del paternalismo para alumbrar lo local y obligar a los lectores a realizar un trabajo de (des)estereotipación a marchas forzadas. Es un lujo. Desde hace al menos cinco años la profusión de revistas digitales, blogs, programas de radios y eventos varios ha aumentado. Una dinámica que, por cierto, ha coincidido con los recortes en los programas de ayuda al desarrollo por parte del gobierno del Partido Popular (PP) y ha producido una necesidad en mostrar lo que ocurre en el continente vecino.
3.- Cuando ocurre algo con repercusión mediática internacional en África y no hay un periodista español en el terreno muchos critican la ausencia de corresponsales en el continente. Si fueras el jefe de Internacional de un medio y te permitieran “colocar” a cuatro corresponsales en África subsahariana, ¿Dónde lo harías? ¿Por qué?
Mi propuesta para situar a esos supuestos cuatro periodistas se basa en una decisión meramente geográfica y práctica: Nairobi, en África del Este, porque es una ciudad muy bien situada y con buena combinación aérea. En África del Sur lo situaría en Johannesburgo, en África Central quizás en Lagos o, si me apuras, en Accra, aunque Ghana sería más África Occidental. Y para terminar, Dakar, en África del Oeste, por estar muy bien comunicada con el África francófona.
4.- ¿Cuáles son los temas que más consigues vender a los medios?
Desarrollo, política (análisis geopolítico) y cultura.
5.- ¿Qué tipo de temas te gustaría publicar más?
La verdad es que me siento muy afortunado porque normalmente publico sobre los temas que me interesan tanto en Mundo Negro, Wiriko, la revista Pueblos o El País.
6.- Desde España nos imaginamos al periodista en África como un ‘Indiana Jones’, ¿Cómo es tu día a día como periodista en África?
Aunque ahora me encuentro en Madrid, mi experiencia en Nairobi como campamento base se basaba en trabajo en casa con el ordenador, trabajo en la Universidad, en la hemeroteca, en las cafeterías para “robar” wifi, muchas horas de tráfico interminable (pero muchas…) y salidas casi a diario para visitar y conocer proyectos e iniciativas que me parecían interesantes para los reportajes. El ámbito cultural siempre lo tengo presente así que siempre aprovecho los contactos con cineastas, escritores, activistas o fotógrafos para que me muestren la ciudad que no aparece en las guías turísticas. Después, por un tema económico y en parte aventurero, me desplazaba siempre en transporte público para ir de un país a otro y aunque son viajes muy largos, las buenas historias aparecen en cada una de las paradas en el camino. Y eso sí, para dormir: aplicar el compartir piso y cuando no, el couchsurfing. Vamos, que mi Indiana Jones es low cost total tirando mucho de la improvisación y la buena fe de la gente.
7.- A menudo nos olvidamos de los periodistas locales en el continente, ¿qué opinas del periodismo hecho sobre África por los africanos?
Me parece de un nivel espléndido aunque se le da poca cancha informativa desde nuestros medios. Hay países con una tradición de periódicos y radios que no tienen nada que envidiar a los europeos.
8.- Un personaje que haya cambiado la historia de África. No se vale Mandela.
Mohamed Amin, el mayor camarógrafo de noticias de televisión de África. Nació en Nairobi, Kenia, en 1943. Su historial de coberturas de noticias es increíble, pero sobre todo se hizo famoso por mostrarle al mundo con la BBC, la hambruna de Etiopía en 1984.