Marcel Gascón

 Persona, ser y África

1.- ¿Dónde vives?

En Johannesburgo

2.- ¿Desde cuando viajas/vives a/en África?

Desde que empecé a ejercer de corresponsal de EFE aquí, en diciembre de 2012

3.- ¿Por qué África?

Después de tres años en Bucarest quise cambiar de país y un compañero de EFE me dijo que el puesto en Johannesburgo estaba libre. Me gustó mucho la idea de venir aquí y ya llevo cuatro años

4.- ¿Ha cambiado tu visión de este continente de la primera vez que llegaste a ahora?

Aunque solo tenía unas pocas referencias de los medios, la televisión y algún libro de Coetzee,  Sudáfrica ha resultado ser bastante parecida a lo que imaginaba. Tampoco me han sorprendido el resto de países africanos que he visitado. No viajo mucho por el continente, pero he ido bastante a Mozambique y conozco Suazilandia, Botsuana y Lesoto, además de Guinea Ecuatorial, donde estuve hace más de diez años. También he estado en Madagascar, que es quizá el país que más me ha sorprendido, por ser una mezcla poco habitual de Asia y África, una isla poblada desde hace siglos por colonos del sureste asiático y africanos de la parte oriental del continente. Los colonos asiáticos fundaron un reino sólido y duradero, con una religión oficial propia que resistió activamente al cristianismo más que ninguna otra en la zona.

5.- Un buena vivencia.

Me gustan los días de elecciones en Sudáfrica. Este país ha interiorizado la democracia, y es una sociedad abierta vibrante, con excelente salud gracias a la pujanza de múltiples agendas a menudo contradictorias e incluso antidemocráticas. Nadie puede imponer nada en Sudáfrica sin que los perjudicados alcen la voz o acudan a una Justicia eficaz e independiente que no vacila en enfrentarse al poder. La suma de fuerzas y tradiciones a veces contrapuestas como el liberalismo inglés, la determinación afrikáner, la resistencia negra al apartheid y el dinamismo de comunidades como la india, la judía, la portuguesa y la griega le dan a este país un equilibrio quizá precario pero extremadamente fértil para la libertad, y no hay días en que eso se vea mejor que en las jornadas de votación.

6.- ¿Y una no tan buena?

Una del pasado octubre en la Universidad de Wits, en Johannesburgo, durante las protestas de los estudiantes que reclaman una educación superior gratuita y “descolonizada”. En cierto momento, los estudiantes que se manifestaban empezaron a apedrear a los guardias de seguridad privada que les impedían la entrada al senado de la universidad. Los guardias no tenían más que bastones, y recibían las pedradas parapetados detrás de sus escudos de metacrilato, sin pelotas de goma o gas lacrimógeno para repeler a las decenas de estudiantes que les tiraban piedras y ladrillos desde cada vez más cerca. Los únicos que podían hacer algo para salvarles eran los policías antidisturbios, pero una cadena humana de profesores que simpatizan con la protesta les impedía el paso. Después de varios minutos agónicos para los guardias, en los que pensé que serían linchados por los estudiantes violentos, la policía logró abrirse camino y dispersó a la turba con pelotas de goma, granadas ensordecedoras y gas lacrimógeno. Mucha gente (los propios estudiantes entre ellos) criticó después una brutalidad policial que yo no vi, pero solo la intervención de la policía evitó la muerte de alguno de los guardias de seguridad privada.

7.- Un plato africano.

La carne asada y especiada de los townships (los barrios junto a las ciudades blancas que el apartheid construyó para albergar a la mano de obra negra, obligada a vivir allí) sudafricanos con pap, una polenta de maíz bastante difícil de ingerir a secas pero que me encanta con salsa picante de verduras (chakalaka). Comer ternera asada con pap en los descansos es lo mejor de ir al Orlando Stadium a ver al Pirates.

8.- Un libro sobre África.

“Transvaal Episode”, una novela publicada en 1956 del abogado judío Harry Bloom, que estuvo prohibida en Sudáfrica hasta 1982 y que describe magistralmente la vida en un township de una ciudad imaginaria de la antigua provincia del Transvaal, cerca de la frontera con Suazilandia, y las relaciones de sus habitantes con la ciudad blanca y la autoridad del régimen del apartheid.

9.- Ciudad favorita.

Johannesburgo, en primer lugar. Una ciudad en constante movimiento, sin identidad oficial y por eso mismo con espacio para todos. Y en segundo lugar Maputo, africana y portuguesa a un tiempo, decadente, caótica, sucia y llena de vida, donde he pasado muy buenos momentos y siempre me gusta volver.

10.- Una canción africana.

Me gusta mucho la canción Jik’Izinto, de la artista sudafricana Zonke, que además me recuerda a mis mejores viajes a Maputo.

11.- Una película sobre/de/desde África.

Gangsters’Paradise: Jerusalema, una película sudafricana de 2008, dirigida por Ralph Ziman y que cuenta la historia de un joven delincuente de Soweto que acaba convirtiéndose en una gran figura de los bajos fondos de Johannesburgo. La película es un retrato realista del Johannesburgo de después del apartheid, no muy diferente al de hoy en lugares como el barrio de Hillbrow, donde transcurre buena parte de la obra.

Periodismo

1.- África sale en los medios españoles de una manera muy residual y negativa, ¿a qué se debe?

Residual porque España tiene una relación con África mucho menor a la que tiene con Europa y con América. Y negativa porque la realidad africana es por lo general más convulsa, violenta y deprimente que la de Europa, donde ya no hay golpes de Estado ni hambre, y muere mucha menos gente por causas violentas.

2.- ¿Crees que la manera de contar África en los medios españoles es la adecuada? En caso de que no, ¿Cómo debería ser? En caso de que sí, ¿Por qué?

No creo que haya una manera española de contar África. Cada medio publica cosas distintas. Cada periodista firma sus propios textos. Quizá sí sea cierto que tenemos una visión más turística que la prensa del Reino Unido, por ejemplo, pues nuestro contacto con el continente es, por razones históricas, más superficial. Pero no creo que se cuente África mal.

3.- Cuando ocurre algo con repercusión mediática internacional en África y no hay un periodista español en el terreno muchos critican la ausencia de corresponsales en el continente. Si fueras el jefe de Internacional de un medio y te permitieran “colocar” a cuatro corresponsales en África subsahariana, ¿Dónde lo harías? ¿Por qué?

Es una cuestión de dinero y prioridades. Si hubiera dinero suficiente cada medio tendría un corresponsal en cada país del mundo, como hacen quienes pueden permitírselo. (Con imaginación, flexibilidad y trabajo EFE está muy cerca de ese ideal y sigue a rueda a colosos muy superiores en recursos como AP, Reuters o AFP. EFE sí tiene en África –y en otros continentes- periodistas en el terreno. A veces españoles, a veces excelentes periodistas del lugar que hacen un trabajo espléndido. En África tenemos cuatro españoles en Kenia, al tanto de toda la región subsahariana, y a mí en Sudáfrica pendiente del sur, además de corresponsales locales en casi todos los demás países). Pero si no hay dinero hay que elegir, y todo el mundo entiende que París es más importante para España que Maputo, y Rabat que Vilna. No es ni siquiera una cuestión de África o Europa.

Si pudiera colocar a cuatro corresponsales en África los pondría en Nairobi, Johannesburgo y Lagos, por una cuestión geográfica, y en Kinshasa, porque la República Democrática del Congo es un país inmenso, con grandes recursos y de actualidad especialmente convulsa.

4.- ¿Cuáles son los temas que más consigues vender a los medios?

Mandela y Pistorius. Solo los rinocerontes les hacen sombra.

5.- ¿Qué tipo de temas te gustaría publicar más?

Los que reflejan lo vibrante de la sociedad sudafricana, su naturaleza estadounidense, por decirlo de alguna manera.

6.- Desde España nos imaginamos al periodista en África como un ‘Indiana Jones’, ¿Cómo es tu día a día como periodista en África?

Generalmente, muy poco Indiana Jones. A las siete o siete y media me tomo un capuchino en el café Argentino de mi barrio, Linden. Leo los periódicos y consulto en el móvil los medios de internet. Con eso y los comunicados y avisos que me llegan de las autoridades, distintas instituciones y otros colegas locales envío un mail a la central africana de EFE, en Nairobi, y juntos decidimos qué interesa y qué no. Y a partir de ahí el discurrir del día depende de la actualidad. Unos días voy a protestas, de las que a veces hago un vídeo que acompañará al texto. Otros a ruedas de prensa o cualquier otro tipo de acto, a un juicio, a evento deportivo o hacer entrevistas más reposadas para reportajes.

7.- A menudo nos olvidamos de los periodistas locales en el continente, ¿qué opinas del periodismo hecho sobre África por los africanos?

Como en España, hay periodismo que me gusta y periodismo que no me gusta. Creo que Sudáfrica en particular tiene una prensa excelente, que disfruto mucho cada día y en especial con las ediciones de los domingos. Bebe de una rica tradición fundamentalmente inglesa y goza de una libertad envidiable que se gana a pulso cada día ante el poder. También creo que esa misma libertad ha retrocedido ante la presión de la ortodoxia ideológica, como también ocurre en muchos otros lugares, entre ellos España. De otros países conozco a periodistas y periódicos muy buenos, que deben enfrentarse a la censura cuando no a la amenaza de secuestro y asesinato y siguen trabajando con solvencia y buen sentido. Varios de ellos en Zimbabue, desde donde algunos escriben para la prensa sudafricana jugándose la vida y la hacienda por decir la verdad. O en Lesoto, donde el editor del Lesotho Times, Lloyd Mutungamiri, natural precisamente de Zimbabue, ha sufrido este año un intento de asesinato que le dejó al borde de la muerte por desafiar al Gobierno. Mutungamiri es un caso impresionante de coraje y energía. En Mozambique hace un muy buen trabajo el periódico A Verdade, una fuente fiable, disponible en internet, a la que acudir para seguir la actualidad del país. Y en Suazilandia está el Swazi Times, un ejemplo de independencia que disfruté mucho leyendo en mi última visita al reino hace algo más de un mes.

8.-  Un personaje que haya cambiado la historia de África. No se vale Mandela.

La historia de África la cambian para bien gente como los periodistas de los medios que he nombrado, o líderes que ni conocemos (como tampoco conocemos al presidente de Suiza) en países que funcionan y por lo tanto no salen en las noticias, como Namibia, Botsuana o Cabo Verde, por nombrar algunos. Como la historia ha demostrado en todas partes los grandes salvadores cambian la historia de sus pueblos y acaban abocándoles invariablemente a la opresión y la pobreza. Solo el reformismo gradual y posibilista acaba trayendo buenos resultados, aunque Paul Kagame en Ruanda se empeñe con bastante éxito en ser la excepción a la regla.

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