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Noreste de Kenia: El futuro del NO

Artículos, María Ferreira l

“Soy la tercera mujer de mi marido, tengo quince años y he abortado porque no quiero tener hijos”, relata Aisha en una clínica de Liboi, una ciudad del Noreste de Kenia a tan solo dieciocho kilómetros de la frontera con Somalia. “Tampoco quiero estar casada, pero no tengo dinero ni estudios así que no tengo a dónde ir”. La clínica, situada a las afueras de la ciudad, es una de las pocas que realizan abortos en la zona, práctica ilegal en todo el país. Según la constitución el aborto sólo está permitido en caso de que la vida de la madre corra peligro.

Liboi forma parte de la provincia de Garissa, donde la población es de mayoría Somalí. La población se enfrenta a una situación de ambigüedad entre las leyes de Kenia, las leyes islámicas y la fuerte tradición cultural. La Mutilación Genital Femenina (MGF) es ilegal en Kenia desde el año 2011, sin embargo según la tradición somalí una mujer ha de estar mutilada para poder casarse, por lo tanto la ablación ha de practicarse en secreto, sin asistencia médica profesional y sin condiciones sanitarias adecuadas.

Nadira, enfermera somalí residente en Liboi, explica que la carencia de educación sexual en la zona y la existencia de tabúes a la hora de hablar de contracepción y salud reproductiva ponen en riesgo la vida de muchas mujeres que abortan en clínicas clandestinas donde a veces se utilizan instrumentos sin esterilizar.  Según un estudio llevado a cabo por el African Population and Health Research Centre en 2013 se llevaron a cabo 464,690 abortos en Kenia y más de 20,000 mujeres son hospitalizadas cada año a causa de complicaciones derivadas de esta práctica. “Hay mujeres que vienen a comprar píldoras anticonceptivas, pero jamás lo admitirán públicamente ni hablarán de ello a sus hijas”, cuenta Nadira. El cuerpo de la mujer, en esta zona, es el campo de batalla entre la tradición y los derechos humanos.  “Incluso el uso de preservativos se asocia en el discurso de muchos imanes al fracaso en el matrimonio y a la depresión y suicidio entre los adolescentes que practican sexo prematrimonial”, añade.

“La planificación familiar es considerada en esta zona como una imposición de los valores occidentales, esto produce rechazo ya que se entiende como un intento de control e incluso de conspiración para limitar el número de nacimientos de Musulmanes”, explica Assad Mohamoud, ginecólogo somalí residente en Toronto.

Aisha se casó cuando cumplió los catorce años y acababa de empezar la escuela secundaria. Tuvo que abandonar el instituto para dedicarse a las labores del hogar, junto a las otras dos mujeres de su marido. Aisha depende completamente de él. Al no haber continuado con sus estudios, ni haberse formado en ninguna profesión, no puede trabajar fuera de casa. El único acto de libertad que ha emprendido ha sido el de abortar, y eso le ha provocado una infección uterina con complicaciones que la mantienen ingresada en el hospital de Garissa. “Si mi marido se entera será una desgracia para mi familia”, explica. “Por eso mi madre está cuidando de mí”.

“Ninguna niña debería verse sometida al matrimonio forzado, al igual que ninguna niña debería verse sometida a la Mutilación Genital Femenina. Tampoco deberían verse privadas del derecho a una educación de calidad”, declara Iman Maalim, profesora de inglés en Garissa. “Pero esta es la realidad aquí. Una realidad que se permite desde el gobierno local, desde la policía y desde los directores de muchos colegios”.

La mayoría de las mujeres hospitalizadas a causas de complicaciones del aborto tienen entre 14 y 25 años, la mayoría de ellas sin estudios secundarios finalizados según el African Population and Health Research. Esto pone un foco de esperanza en la educación. ¿Qué pasaría si a todas estas mujeres se les hubiera facilitado la asistencia a un instituto o a un centro de formación profesional? Debemos poner todos nuestros esfuerzos en hacer saber que la verdadera necesidad en estas zonas es la libertad de las mujeres, su independencia. El futuro en esta zona de Kenia nacerá del NO rotundo de las mujeres. No a la Mutilación Genital Femenina. No al matrimonio forzado. No a la prohibición de métodos anticonceptivos. No al abandono escolar. No.

María Ferreira