“Que alguien sea pobre no significa que no pueda hacer algo en la vida”

Texto y fotos: María Rodríguez / Kathonzweni (Kenya)

IMG_2483

Hay una creencia generalizada de que los pobres son pasivos y que no hacen nada por salir de la pobreza. Si más específicamente hablamos del continente africano, nos los imaginamos huyendo constantemente, esperando sentados con los ojos fijos a que alguien venga a ayudarlos. Lo cierto es que África siempre está en movimiento y los pobres luchan su día a día con la resiliencia más absoluta. Pero también hay que saber que la creencia de muchos de que ellos son menos que los blancos sigue inculcada en sus mentes –y en las nuestras- y se refleja en sus actos al pensarse inferiores que aquellos que una vez les colonizaron. A pesar de ello, “que alguien sea pobre no significa que no pueda hacer algo en la vida”, dice Faith Mumbua, “sólo se necesita determinación y confianza”.

Faith Mumbua es una joven keniana de 26 años que fue becada por The South Face desde su segundo año de carrera. Cada cierto tiempo se cambia el peinado, porque en África subsahariana es habitual trenzar mechas de cabello generalmente sintético, al propio, porque cuesta mucho que éste crezca. Le gustan los zapatos e ir bien vestida cualquier día de la semana. Su comida favorita es el estofado de carne con arroz  y su color el azul claro. Esta chica keniana no es la presidenta de ningún país ni, por el momento, una mujer líder a la que galardonar por su trayectoria. Pero, aunque sea sólo un grano de arena en el desierto, o un grano de sal en la playa, Faith es de vital importancia en el desarrollo de su país, Kenya, aunque pocos se hayan percatado y sean conscientes de esto.

Faith Mumbua nació en el distrito de Makueni, al sudeste de Kenya. Es la segunda, empezando por el final, de siete hermanos de una familia muy pobre. Todos ellos han hecho primaria y algunos secundaria, pero ella se ha graduado por la Universidad de Nairobi, la capital de Kenya, en Conservación Medioambiental y Gestión de recursos naturales (2011-2015). Su obsesión: el cambio climático.

“Mi padre no quería que yo fuera a la escuela, pero mi madre insistió”, cuenta la joven. Más adelante, cuando llegó el momento de ir a la universidad quien insistió fue ella misma. Y finalmente su padre, aunque  no estaba del todo convencido de aquello, invirtió una parte de sus ahorros para pagarle los gastos del primer curso de universidad. “Yo insistía en que quería completar mis estudios porque sabía que el único modo de sacar a mi familia de la pobreza era teniendo educación y tenía razón porque ahora tengo trabajo, estoy reformando la casa de mis padres, que no estaba en buenas condiciones, y cada mes les envío dinero”.

Ya en su primer año de carrera Faith empezó a preocuparse por lo que podía hacer por su entorno. “Me di cuenta que necesitamos gente con competencias y habilidades que puedan resolver los problemas medioambientales que tenemos”, cuenta Faith. Tras graduarse comenzó a trabajar de manera voluntaria en la oficina del gobierno que se dedica a cuestiones medioambientales en su región. Sólo le bastaron algunos meses para que se dieran cuenta de sus capacidades y rápidamente fue contratada. “No, no es fácil que esto ocurra”, responde Faith, “pero yo demostré mi valía y por eso conseguí el trabajo”, explica segura de sí misma.

Actualmente Faith es la coordinadora de la implementación de los proyectos para mitigar el impacto del cambio climático y gestiona las relaciones entre los diferentes sectores privados y públicos que trabajan en ello, para que las acciones se complementen y los esfuerzos se dirijan en la misma dirección. “En los últimos 10-15 años el clima no es el que tendría que ser, antes era más frío y no está lloviendo igual. La producción agrícola ha disminuido y el agua estaba en cualquier sitio, ahora hay que caminar unos 16 kilómetros diarios para obtenerla, transportándola en la espalda o la cabeza”, explica.

Como parte de su trabajo Faith también participa en debates públicos sola o acompañada de líderes y compañeros, explicando los problemas medioambientales y proponiendo soluciones. También lo explica en las escuelas de su región donde invita a los niños a plantar árboles como modo de luchar contra el cambio climático y la deforestación. Les dice: “si cortas un árbol, planta dos”. Faith es un ejemplo para su familia y para su región, pero también para quienes piensan que los pobres son pasivos y que no hacen nada para salir de su situación. Ahora a Faith le gustaría comenzar pronto un master sobre cambio climático para especializarse. “Yo me rijo por la creencia de que cuando realmente quieres algo lo harás”, cuenta, “sólo es cuestión de tiempo”.

Facebooktwittergoogle_pluspinterestlinkedinmail