El efecto multiplicador de Sylvia

Texto y fotos: María Rodríguez / Nairobi (Kenya)

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Sylvia Jemutai tiene 25 años y ha estudiado Conservación Medioambiental y gestión de recursos naturales de 2011 a 2015. Desde enana es una enamorada de la naturaleza, así que no es de extrañar que escogiera esta carrera. La realizó en la Universidad de Nairobi, la capital de Kenya, una ciudad horriblemente cara donde ser estudiante y afrontar todos los gastos que conlleva no es nada fácil. Pero Sylvia sabía que estudiar era una oportunidad de ayudar a su familia, a sus hermanos más jóvenes y a su comunidad.

Encontramos a Sylvia en su lugar de trabajo. Está en el centro de Nairobi, en un edifico altísimo con varias plantas llenas de oficinas. Está realizando unas prácticas por seis meses en una renombrada empresa de consultoría medioambiental y, según nos explica su jefe, habitualmente no seleccionan a estudiantes que no hayan terminado el máster pero con ella decidieron hacer una excepción. El motivo es su curriculum. Sylvia no sólo ha terminado la carrera con muy buenos resultados académicos, sino que por ser la mejor estudiante de su curso, Naciones Unidas le dio en 2016 una beca para realizar un curso intensivo sobre conservación medioambiental durante un mes y medio en Japón. Además, este año terminará un máster sobre gobernanza medioambiental.

Sylvia es una de las treinta chicas que The South Face ha becado en Kenya y Somalia. Se le becó en su segundo año, permitiéndole continuar sus estudios de una manera más eficiente y con menos preocupaciones. “Varias cosas cambiaron cuando apareció The South Face. Por un lado, no tenía que pensar de dónde sacar el dinero para pagar la universidad. Por otro lado, me pude comprar un ordenador con todas las facilidades que conlleva”, explica. ‘Adiós’ a gastar tantísimo dinero en fotocopias y ‘hola’ a tener en un clic toda la información que permite Internet, inclusive la solicitud de becas.

Estudiar para ella era una oportunidad de ayudar a su familia, a los más jóvenes del núcleo familiar (son 11 hermanos). Pero el impacto de haber recibido educación ha ido más allá, afectando de una manera positiva a toda la comunidad. Y es que en las zonas rurales en Kenya, y África en general, todo el mundo se conoce y los lazos son muy estrechos, teniendo una gran repercusión cualquier pequeño acto que tenga lugar en ellas, inclusive que una chica reciba educación.

Tras ir a la universidad Sylvia se ha convertido en alguien respetado en su pueblo y la gente la escucha. “Cuando vuelvo a casa la gente me visita para que les aconseje y a veces vienen con los niños para que los anime a que se esfuercen en el colegio y saquen buenas notas”, asegura. Al mismo tiempo, el amor por la naturaleza de Sylvia también se contagia. “Mi pueblo está cerca del bosque y me molesta muchísimo ver la degradación que está ocasionando el uso descontrolado que hace de él la población”, explica. Ya cuando estaba en la escuela primaria Sylvia se puso a plantar árboles para evitar la desforestación y, tras realizar sus estudios, ha propuesto varias iniciativas a su comunidad para paliar los efectos de sobreexplotar el bosque.

“Muchas amigas me dicen que me admiran y envidian por mi modo de vivir y gente del pueblo me llama para decirme que realmente les gustaría hacer lo mismo que yo. Yo les digo que no es fácil, porque ya están casadas y con hijos, pero que no se preocupen. Les animo a llevar a sus niños a la escuela, a los que quizás en el futuro podré ayudar a que vayan a la universidad”, explica Sylvia. The South Face llama a esto el ‘efecto multiplicador’.

¿Qué quiere decir el ‘efecto multiplicador’? Es bastante sencillo. Una chica es becada por The South Face y adquiere conciencia de la importancia de la educación para la mejora de su calidad de vida, la de su familia y la de su comunidad. Por un lado, esta chica aprende unos valores que va a transmitir a sus parientes pero también a las gentes de su pueblo y su entorno. Por otro lado, también aprende todas las capacidades necesarias para convertirse en agente productivo y liderar un cambio social. De este modo, una chica transfiere unos conocimientos y valores a otras personas que a su vez lo transmitirán a otras, creando así una cadena infinita.

Por eso, lo que hace Sylvia es invitarles a cambiar su manera de pensar, “que se quiten de la cabeza el ‘soy pobre’, el ‘no puedo conseguir nada’”. La clave está en creérselo.

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